miércoles, 23 de febrero de 2011

Verdades, mentiras y minimal

Soy una fan de la música eléctrónica en todas sus variantes pero tengo que decir que los tiempos han cambiado y con ellos la música.
El techno se ha masificado demasiado y se han perdido aquellos clubs "no tan conocidos" donde los que acudían sentian la música con el alma.

En fin... Iba a escribir una entrada hablando un poco de este tema, principalmente del "minimal" pero chafardeando por internet he encontrado un artículo escrito por Jose Manuel Cisneros que creo que vale la pena leer.




Los grandes “tech masters” se pasan al minimal. Richie Hawtin conquista Ibiza junto a Sven Väth sin necesidad de pinchar “zapatilla” ni house “de peluquería”, el techno es minimal, el house es minimal, hasta el trance es minimal… . Pero, ¿qué esta pasando realmente?. ¿Por qué todo el mundo llama minimal a casi toda la música electrónica de baile que se hace actualmente?. La respuesta es tan extensa y controvertida que necesitaríamos del contenido completo de muchas páginas web como esta para poder explicarla convenientemente, aún con riesgo de no hacerlo correctamente. Lo que sí es evidente, es que la electrónica de clubs va pasando por diversos ciclos y éste, el del mal llamado minimal, es uno de ellos. ¿Cuál será el siguiente?. Eso, a día de hoy, no lo sabemos.
Decimos “mal llamado”, porque el público en general y muchas veces la propia crítica especializada, habla del concepto de minimal muy a la ligera. El verdadero sonido minimal es el que responde a los beats reducidos a su mínima expresión, sin apenas matices, a un simple chasis, a un esqueleto rítmico que se remonta a los orígenes del techno y el house (incluso antes, vean si no el kraut rock, el ambient o el minimalismo de músicos concretos como Phillip Glass) para evolucionar a partir de estos. Así, el techno Birgminham bien puede ser techno minimal (no ha de extrañarnos que Regis o Surgeon sean ahora remezclados por Sleeparchive), pero también las primeras producciones de Robert Hood, las actuales de Jeff Mills, el techno dub de Maurizio/ Basic Channel o, incluso si me apuran, hasta el acid house primitivo del Chicago de Phuture. Con estos antecedentes, no pretendo otra cosa que hacer reflexionar a quien lea este texto sobre la dichosa palabra que tanto sigue dando que hablar en estos días. Sí, minimal.
Mas allá del mínimal

Leía hace unos días en una entrevista con Sven Väth, unas declaraciones del “kaiser” en las que negaba rotundamente haber descubierto el minimal de la mano de su amigo Richie Hawtin. El de Cocoon afirmaba que eso a lo que la gente llama minimal, para él no es más que una nueva forma de techno, y razón no le falta para pensarlo. El alemán, que siempre ha presumido de reciclarse a los sonidos vigentes en cada momento, es un buen “termómetro” para saber qué esta y qué no de moda en cada momento. Con el mencionado Hawtin, por su parte, ocurre algo semejante. El dueño de M_nus afirma seguir pinchando techno, sólo que de una manera diferente a cómo lo hacia antes, dando rienda suelta a las inquietudes tecnológicas y musicales que siempre ha tenido (no nos olvidemos de quién es Plastikman). Para muchos ya no es el que era, para otros, simplemente, es y será el más grande. Los techno heads que antes le idolatraban, ahora le silban y ahogan sus penas en los ritmos frenéticos de un techno, el schranz que, discúlpenme pero todavía no acabo de entender por mucho que haya relegado a un segundo plano al cansino hardgroove de Ben Sims y asociados. Los jóvenes siguen mandando en la pista de baile, y demandan, como tantas otras veces, ritmos duros y rápidos.

¿Y el house?.

Pues tres cuartos de lo mismo. Mientras en Alemania se etiqueta como minimal el house digital de Steve Bug, Âme o Tom Clark, cada vez más orientado a las melodías de la vieja escuela de Detroit y Chicago, Roger Sánchez, Eric Morillo y los de siempre siguen obteniendo pingües beneficios abarrotando discotecas esmaltadas en blanco impoluto y con “pivonas” y “pivones” embutidos en exclusivos diseños, que mucho parecen saber de moda y muy poquito de música (dicho sea con todos mis respetos hacia ellos, contra los que nada tengo más allá de mi diferente punto de vista ocio-musical). Mención aparte, merece el cada vez más olvidados electrohouse, con Tiefschwarz mirando cada vez más al minimal y Blackstrobe regresando a sus orígenes E.B.M. y electro techno. Algo normal, si lo pensamos bien.

¿Y ahora qué?

Con este panorama, y con todo el mundo hablando de minimal, se antoja complicado pronosticar qué nos deparará el futuro en materia de electrónica de club. Hace unos días, Alex Smoke afirmaba que el techno duro volverá en breve (¿se fue alguna vez?). Otros, tras ver el éxito de Sonar Kollektiv o Compost y el nuevo house, aventuran una vuelta a las raíces, un “back to basics” en el que el techno también tiene mucho que decir. Y es que el “hi tech soul” preconizado por artistas como Deetron, Samuel L. Session o Djinxx puede tener mucho protagonismo en un futuro muy cercano. Quien ya lo tiene, y no muy lejos de esos preceptos sonidos, es un Carl Craig que ha sabido mejor que nadie en Detroit reciclarse a los tiempos que corren con una serie de temas y sobre todo de remezclas que han sido de lo mejor de este año que ahora acaba. Él quizá tenga la clave de ese futuro del que hablamos. Pero, ¿y el soulful house de, por ejemplo, Kerri Chandler?. ¿Y el trance cada vez más apocopado de James Holden y Nathan Fake?. ¿Y Joris Voorn y su techno?. ¿Y Gigolo?. A buen seguro que muchos son los artistas y sellos que darán qué hablar, cada uno en su estilo, en los próximos tiempos. Con todo, y por mucho que se hable de minimal, hemos de seguir teniendo en cuenta que la música, también la electrónica, ni se crea (todo esta inventado) ni se destruye, únicamente se transforma.

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